sábado, 19 de enero de 2008

¿ QUIÉN MATA MÁS, QUIÉN MATA A UN ELEFANTE O QUIÉN MATA A UNA HORMIGA?

Esta pregunta la hizo Camilo José Cela siendo viejo- creo que siempre ha sido viejo- pero aún no estaba decrépito y no se dedicaba a viajar por España con choferesa.
Fue la frase en la que se basaba un artículo periodístico.

Me dejó tan impresionada que, desde entonces, no mato un bichejo a no ser por necesidades imperiosas.

6 comentarios:

Tumbaíto dijo...

La diferencia entre estar vivo y estar muerto entre un elefante y una hormiga es inmensa.

Tumbaíto dijo...

Acabo de recordar que Zubiri dice que la distancia entre la nada y una hormiga es exactamente una hormiga.

Joaquín dijo...

A este propósito recuerdo lo que nos decía un viejo maestro de derecho penal, explicando que en los delitos consumados de homicidio no cabían grados: la víctima ha muerto o no; no cabe decir "está medio muertecito".

Juan Manuel Macías dijo...

Una vez leí, y no sé a quién, que es más fácil matar a un insecto porque no se queja cuando se le mata. Es una sentencia que me dejó aterrado y con un sentimiento de culpa de aquí te espero. Luego aprendí a coger a las arañas (que me aterran) y a echarlas al jardín. Sobre esto, recomiendo leer la impresionante "elegía a un moscardón azul" de Dámaso Alonso. Saludos.

Morgenrot dijo...

Os expongo mis modestos pensamientos al respecto, que vienen a coincidir con los que sugiere el comentario de Juan Manuel Macías.

* Ante lo infinito, el tamaño de una hormiga o de un elefante es insignificante, su comparación, también.
Lo que nos rodea lo percibimos según la Naturaleza nos ha dotado, no en realidad absoluta, sino relativa.


* No se mata más o menos- recuerdo la famosa frase cuando estudié derecho penal-, lo que aquí consideramos es EL ACTO DE MATAR , en concreto de un animal y no para alimmentarse.


* Según las premisas anteriores, si no importa el tamaño del aminal y si el acto de matar es moralmente reprobable, la conclusión es que tan reprobable es matar a un elefante como a una hormiga.

Morgenrot dijo...

Juan Manuel, gracias por la recomendación de Dámaso. Sólo el título me produce escalofríos, es impresionante.

Me ha recordado el inicio de la Metamorfosis de Kafka: Una mañana , después de un intranquilo sueño, Gregorio Samsa se despertó convertido en un horripilante insecto...; y el fin del pobre Gregorio. ¡ Qué pesadilla!.