martes, 13 de enero de 2009

LA ESTANCIA Y LA INGRATITUD



La canción de Larralde, "Las cosas que pasan", es plena, no sobra, no falta un signo de puntuación, una palabra. Se comenta per se en su propia grandeza.
Lo profundo es tal que tan sólo , después de meditarla, cabe la asociación entre aquellos tiempos de la Estancia y los nuevos de la firma, de la empresa.
En estancias o empresas, los que son honrados y responsables trabajadores la vida allí se dejan, y como nada es perdurable, a cada uno le arriba el día predeterminado para la salida.

Nos cuentan en estadísticas las cifras de parados, pero detrás de cada marcha hay una historia, un posible drama y el dolor de la pérdida.


El tiempo en la estancia se mide por peculio , así se arregla. Tan impersonal y frío como un cheque o transferencia, un finiquito, una comparecencia amistosa en magistratura.
En las sombras permanecerán los recuerdos de los que se marchan ; a más estancia temporal, mayor será el desconcierto del operario ; más evocaciones, más dudas; la inquietud de la incertidumbre y el trasfondo del fracaso.

En el corazón del obrero late el olvido del patrón. La injusticia de disiparse en un instante la valía alcanzada jornada tras jornada. Basta un equívoco, una excusa, para borrar una loable trayectoria. Toda una vida.
Y si más humanidad envuelve al saliente , deseará un adiós personal ,y se encontrará con la noticia de la negativa de un patrón para recibirle. Tal es la ingratitud que no se debiera cumplir por recoger, únicamente el trabajo bien hecho debe ser guía.


Algunas ocasiones la ida se produce con la llegada de un nuevo ejecutivo, y hasta es probable que al que estrena el cargo, lo haya formado el saliente. Sí, instruído, protegido, y guiado por el que se marcha. Se crían cuervos y te sacan los ojos. Pero la vida es un carrusel que vueltas da, arrieros somos y en el caminito nos encontraremos.

El trabajador tiene su orgullo y su dignidad, aunque sea tratado como mercancía sobrante.

Tomará su tarjeta de transporte, de ida sin vuelta, echará la vista atrás por última vez en dedicatoria a sus objetos de trabajo, sin más que un adiós de algún loco no adicto a la dirección.


Hace unos días, un amigo me recitó un poema que provocó mi llanto. Este post se lo dedico a mi estimado S.R, y a todo ser humano que sepa de despedidas, de olvidos, de discordancias, de ingratitud, de dignidad, de responsabilidad y de frustración.

El poema, casi como me lo recitaron está aquí. Escúchenlo despacio, no es más que la vida misma.





COSAS QUE PASAN


Nadie salió a despedirme
cuando me fui de la estancia
solamente el ovejero, un perro nomás
Cosas que pasan.


El asunto, una zoncera,
un simple cambio de palabras,
y el olvido de un mocoso,
del que puedo ser su tata.
Y yo que no aguanto pulgas,
a pesar de mi ignorancia,
ya no mas pedí las cuentas,
sin importarme de nada.

No hubiera pasado esto,
si el padre no se marchara,
pero los patrones mueren,
y después los hijos mandan.
Y hasta parece mentira,
pero es cosa señalada,
que de una sangre pareja,
salga la cría cambiada.


Los treinta años al servicio,
pal’ mozo no fueron nada,
se olvido mil cosas buenas,
por una que salió mala.
Yo me había aquerenciao,
nunca conocí otra casa,
que apegado a las costumbres,
me hallaba en aquella estancia.


Sí hasta parece mentira,
mocoso sin sombra e’ barba
que de guricito andaba,
prendido de mis bombachas.
Por él, le quité a unos teros
dos pichoncitos, malaya!
Y otra vez, nunca había bajao un nido,
y por él gatié las ramas.



Cuando ya se hizo muchacho,
yo le amansé el malacara,
y se lo entregué de riendas,
pa’ que él solo lo enfrenara.
Tenía un lazo trenzao,
que gané en una domada,
pal’ santo se lo osequié,
ya que siempre lo admiraba.


Y la única vez que El patrón,
me pegó una levantada,
fue por cargarme las culpas,
que a él le hubieran sido caras.
Zonceras, cosas del campo,
la tranquera mal cerrada,
y el terneraje e’ plantel,
que se sale de las casas.
Y eso, pal’ finao patrón,
Era cosa delicada.



Y bueno, pa’ que acordarme
de una época pasada,
me dije pa’ mis adentros,
todo eso no vale nada.


Sin mirarnos, arreglamos,
metí en el cinto la plata,
le estiré pa’ despedirme mi mano,
Pa’ que apretara, y me la dejó tendida,
cosa que yo no esperaba.
Porque ese mozo no sabe,
si un día ha de hacerle falta...


Tranqueando me fui hasta el catre,
alcé un atado que dejara,
y me rumbié pal’ palenque,
echándome atrás el ala.
Ensillé, gané el camino,
pegué la ultima mirada
al monte, al galpón, los bretes,
el molino, las aguadas,
De arriba abrí la tranquera,
eche el pañuelo a la espalda,
por costumbre, prendí un negro,
talonié mi moro Pampa,
y ya me largué al galope,
chiflando como si nada.

Nadie salió a despedirme
Cuando me fui de la estancia,
Solamente el ovejero, un perro nomás,
Cosas que pasan.



Poema de Don Víctor Abel Jiménez

Musica de Jose Larralde

11 comentarios:

Fer dijo...

tendrá más de 25 años, la canción, pero sigue igual. Larralde, inolvidable.

Besos, Morgenrot.

Morgenrot dijo...

Sí, querido Sallopilig, Larralde , inolvidable.

Y la historia, ahora en tiempos de " mano de obra " sobrante, más actual que nunca.

Un abrazo con gratitud

NUNCIO TAMALLANGOS dijo...

Querida Morgenrot,

La historia es terrible. La empresa no tiene memoria y los que la dirigen menos. Es así. Y si lo es con los que se van de buenas (jubilaciones, por ejemplo, que últimamente he vivido unas cuantas) como no lo será con los que marchan por algo menos alegre. Triste.

Un beso.

Sabemos lo que somos dijo...

Un post muy triste, pero a la vez profundo. Estos dos adjectivos sólo nos llevan a la comprensión.
Gracias Morgenrot,
Un saludo

misántropo dijo...

El paro nos paraliza el bolsillo
la memoria de los empresarios
todos los créditos bancarios
de la mirada nos borra el brillo.

Beso (aún activo)

Ego dijo...

O lo que es lo mismo...
Veo una vida nueva, tú no estás en ella...
Solamente el ovejero.
Un (b)eso selectivamente cálido

Morgenrot dijo...

Para Nuncio, S.l.q.somos, Misántropo y Ego.

En primer lugar, gracias por visitar una "estancia" que se define "per se" como profundamente triste. Lo peor es que no pertenece al mundo de los cuentos o pesadilla, porque refleja la historia de muchos seres humanos que , en algún momento, la vida les da un vuelco y se enfrenta cara a cara con la ingratitud más cruel, con el resultado vacío de sus esfuerzos personales y un nuevo empezar que, después de lo pasado, debe ser difícil y traumático.

Nadie queremos lo triste, pero no por ello, no existe. Puede que incluso lo tengamos cerca y cerramos los ojos para no verlo.

También están los elementos positivos, y es que la dignidad del ser humano debe quedar por encima de estas vicisitudes.

Un beso a todos con gratitud y cariño

Ana Garcia dijo...

Es cierto, la mayoría se siente defraudada por la forma de actuar de los empresarios, a más inri si te has “dejado la piel”. Pero te diré que algunas experiencias “malas” me han servido para superarme aún más, saber qué es lo que quiero realmente y hasta dónde puedo llegar. Siempre he sido una persona que ha dado todo tanto en el trabajo como en lo personal sin esperar nada a cambio. Por ello, y viendo como está el panorama en los trabajos, ahora ni me inmuto con la “ingratitud”, porque realmente lo que me satisface es saber que me he retado a mi misma en algunos propósitos y los he logrado, eso hace que me sienta plena y satisfecha conmigo misma, para mi es lo más importante, pero sobre todo no perder jamás los buenos valores como la dignidad, la humildad, la compasión y la responsabilidad (véase mi cuento de Maika).

Un beso mi querida amiga Morgenrot, me alegra volver por tu casa, he estado bastante liada.

Morgenrot dijo...

Querida Fair :

¡ Qué alegría que hayas podido tener un rato para venir por aquí !

Todos los que hemos trabajado para empresas privadas sabemos que sólo somos un material del que obtener rendimientos, sin alma ni corazón.

Pero la dignidad del trabajo bien hecho es, como bien dices, lo que debemos llevar a gala. Es la satisfacción que nos queda, muy espiritual, pero por ello, más profunda y duradera.

Un fuerte beso. Se te echa de menos.

Claudia Avila Morales dijo...

Hola.
Sin duda, sigues publicando documentos de valores incalculables y distinguidos por su valor y singularidad en la red.

En este caso sintiéndome conmovida por las COSAS QUE PASAN, no podría nadie con interés en alcanzar la humanidad resistirse a meditar sobre el destino de nuestros esfuerzos y fatigas, y es que hay muchas cosas que pasan sin dejar marca y otras que abominables dejan sus boronas.

Generaciones que van y vienen y la sangre se degrada.

Gracias por todo.

Morgenrot dijo...

Querida Claudia:

Del texto, de la poesía hay mucho que pensar. Una de los temas que constato y que me parece de una belleza increíble es cómo dice que de una "sangre pareja, salga la cría cambiada ".

Cada elemento del poema es aplicable a la realidad de hoy en día.

Gracias mil y un abrazo.