martes, 7 de junio de 2011

CARTA ABIERTA A LEONARD COHEN, PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS 2011

Muy estimado y distinguido Señor Cohen:
La presente es la carta que no leerás, la que no presionarás con tus labios ni reposará en tu escritorio. Sé que tu historia es larga e intensa, tu obra...superior. Has dejado flores en la tierra, tú que entraste en un alud que cubrió tu alma y que cuando no eras el jorobado que veíamos, dormías bajo la colina dorada. Subiste a la montaña para lavarte los párpados en la lluvia, pedías entrar en la tormenta y cambiaste tantas veces de camino como la línea entre la playa y las olas.
Intentaste dejar todo lo que no podías controlar, empezaste con la familia y pronto le siguió tu alma, permaneciste colgado y clavado cuando no te sentías un santo,  puesto que la soledad señalaba tus pecados, entonces acariciabas el rocío de los dobladillos de las Hermanas de la Misericordia y juzgaste tu vida como una hoja que las estaciones arrancan y condenan.
Recordabas a tu padre en la historia de Isaac, saliste con él hacia la montaña , tú corrías mientras él caminaba; su hacha era de oro y cuando la mano de tu padre ya temblaba,  fuisteis salvados por la belleza de la Palabra.
Procuraste ser libre como ese pájaro en el alambre, como el borracho en un coro de medianoche, como la lombriz en el anzuelo y como un encorbado caballero de otros tiempos.
Cantaste a tu heroína, Juana de Arco, entonces la convertiste en madera y tú en fuego, tomaste el polvo de Juana y colgaste las cenizas de su vestido de novia sobre todos los invitados a la boda. Llegaste a ver la Gloria en sus ojos.
El hombre del famoso impermeable azul convirtió a tu mujer en un pedazo de su vida y cuando élla volvió, ya era la mujer de nadie...
Preguntaste quién debías decir que llamaba, te encontraste entonces con el fuego, con el agua, con la luz del sol y con la noche, con una Ordalía y con un juicio común, con un alegre mes de Mayo y con lenta decadencia, con su solitaria caída, con barbitúricos, con estos reinos del amor, con algo despuntado, con el alud, con polvo, con la codicia, con el hambre, con alguien por orden de su dama y con quien le guía su propia mano, con mortales cadenas y con el poder...y aún te preguntas quién debes decir que llama.

Nos dejaste la rosa en su escalera de espinas y nos pediste que dejáramos la rosa en el fuego, que el fuego se entregara al sol y que el sol se abandonara al esplendor en los brazos del Altísimo, porque el Altísimo sueña con la muerte de una letra y le pediste al " High Only One " que bendijera el continuo tartamudeo de la palabra haciéndose carne. Y es que no olvidaste tus raíces judias ni aquellos textos religiosos antiguos en los que la palabra escrita elimina una letra de la palabra " Dios ".

Envuelto por Lorca, resumiste  " Bodas de Sangre " con los versos más bellos :
" Demasiado pronto para el arco iris
demasiado pronto para la paloma
Estos son los días finales:
esta es la oscuridad, este es el diluvio.
Y no hay hombre o mujer
que pueda ser tocado,
pero tú que los separas,
serás juzgado. ".
Y tomaste el " Pequeño Vals Vienés " y lo convertiste en un vals con todo su aliento de muerte y coñac, llevando un disfraz de cabeza de río hacia el Museo de la Escarcha.

Me guiaste bailando a través del pánico hasta el final del amor, hasta los hijos que pedían nacer . Te toqué con mi mano desnuda , y te tenté con mi guante blanco..., hasta el final del amor.
Nos recordaste a David y Betsabé mediante el más hermoso, frío, roto, solitario y sagrado " Hallelujah ".

Una tarde corriste un velo para que me detuviera ante los ¡ veinte años de aburrimiento ! a los que habíamos sido condenados por intentar cambiar el sistema desde dentro, me dijiste que venías a rescatarme, que tomaríamos Manhattan y después Berlín , que estábamos siendo guiados por una Señal en los Cielos, por nuestra marca de nacimiento y por la belleza de nuestras armas. Yo no te amé como un perdedor. Sabían como detenernos pero no tenían  disciplina, practicamos cada noche y cuando estuvimos preparados tomamos Manhattan y después, Berlín.

Caminaste por una iglesia vacía, no había otro lugar, cuando la voz más dulce que pudiera ser oída te susurró en el alma que todo estaba escrito en la Biblia, escrito con sangre y los Ángeles declamaron desde las alturas que no había cura para el amor.

Mandaste a los gobiernos :
"  Navega, navega
¡Oh! poderoso Barco del Estado
Hasta las orillas de la Necesidad
más allá de los Arrecifes de la Codicia
bajo las Borrascas del Odio
Navega, navega "

Y llegó el futuro, ese que no existe, pediste la devolución del Muro de Berlín, a Stalin y San Pablo, te retorciste ante un futuro que era un asesinato. La ventisca del mundo había cruzado el umbral y volcó la orden del alma. Pudiste observar a tu mujer colgada boca abajo, su vestido cubriéndole el rostro y todos los miserables pseudo-poetas aparecieron intentando sonar a Charlie Manson.

Cuando llega la Aurora me despiertas aún con tu " Himno", me inquieres para que no viva en el pasado ni en lo que ha de venir, pero tú mismo insistes en que aunque sume las partes no obtendré el total y suavizas alegando que hay una grieta en todas las cosas y así es cómo entra la luz.

Creo que es hora de cerrar, mientras esperamos el milagro, diez poemas perfectos, un libro más y otros doce poemas intensos, espero la fe entre cruces en cada colina, entre una estrella y un minarete, ¿ acaso no estás ya cansado ?.
Recuerdo nuestra despedida en Berlín : " estaré ahí en cada momento de tu soledad ". Leonard, querido maestro, conquistemos primero Manhattan y  después Berlín, tú que logras alcanzar y que alcancemos el " Sub specie aeternitatis ".
Sinceramente,