viernes, 23 de julio de 2010

LUCES DEL ESTÍO


De vueltas en la ciudad del asfalto, del calor asfixiante y de las luces que ciegan.
Ese sol casi eterno empalaga los cuerpos y las horas de destellos amarillos obliga a enladrillar los ojos evitando un desquicio mayor.
Con el " Hölderlin " en las manos me dijeron:
- Pero, ¿ qué haces con eso y este calor ?. A Hölderlin sólo se le puede disfrutar en puro invierno, al amparo de una chimenea y una buena copa de whisky.
...
Y sin embargo, el trastorno de la luz me lleva a esas sentencias del " Hiperión " :
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" Hay un olvido de toda existencia, hay un silenciarse de todo nuestro ser. Cuando se produce es como si lo hubiéramos hallado ya todo.
Hay un silenciarse y un olvido de toda existencia. Cuando se produce es como si lo hubiéramos perdido ya todo, es la noche de nuestra alma en la que ni el brillo de una sola estrella , ni siquiera un madero reseco nos alumbraba. "
...
Y sin embargo, la demasía de luz provoca silencios y olvidos, pues trastorna el alma. Esa luz insoportable induce a que sumes las partes y no obtengas el todo, a que escuches un concierto y falte el violín maestro.
Y vuelvo a mirar por la ventana añorando los dulces días de lluvia intensa, de grises profundos.
Volver a Hölderlin.