viernes, 8 de enero de 2010

ESPERPENTO


Me sorprendí esta mañana riéndome a carcajadas sarcásticas con un titular de la prensa del día:
" Educación suavizará los castigos a los alumnos de Primaria "
Y entre risas me preguntaba: ¿ qué castigos, en qué casos...?; continúo leyendo:
"Expulsiones del centro, amonestaciones, trabajos extras en clase...Las sanciones se eliminarán en infantil y se graduarán dependiendo de la edad y de las circunstancias del niño ."
Si se eliminan las sanciones, ¿ cómo se graduan ?, no se puede graduar lo inexistente.
En mi mente se asoma Max Estrella, me voy elevando en una grada virtual observando el esperpento y me introduzco en el disparate. Es de suponer que la política a aplicar por parte de los educadores es únicamente la del reforzamiento positivo a fin de conseguir el equilibrio y máximo rendimiento en nuestros dulces y vulnerables escolares. La conclusión a la que llego es que sólo obtendremos unos monstruos flojos, indisciplinados, mal educados y ajenos al esfuerzo , al respeto al prójimo y a la noción de autoridad.
Humildemente, pero tajante, afirmo que nos equivocamos. Los educadores, padres y maestros, no somos "colegas" de los infantes. Craso error de espantosos resultados. La sanción al que no cumple es tan necesaria para el niño como para el adulto, no hay equilibrio sin deberes y obligaciones. Ante un mal comportamiento hay que responder reprendiendo con amor, ilustrar con afecto y esto supone el castigo bien aplicado, adecuado. Lo cómodo es no hacer, lo difícil es actuar con autoridad , imponiendo disciplina con el ejemplo y la dulzura del buen educador.